Dos rostros han sido capaces de cambiar la concepción de la historia de la humanidad. Son los primeros rostros de la cultura tartésica, encontrados en la quinta campaña de excavaciones realizadas por un equipo del CSIC en el yacimiento Casas de Turuñuelo de Badajoz. La razón por la que echan por tierra todas las teorías anteriores y provocan un cambio de paradigma es porque, hasta el momento del descubrimiento, se creía que Tartessos era una cultura anicónica que solo representaba la divinidad a través de motivos animales o vegetales.
Sin embargo, los cinco bustos están ahí, y dos de ellos se encuentran tan enteros que se puede observar perfectamente que corresponden a dos relieves femeninos con pendientes, que recuerdan quizá a esculturas orientales. Según fuentes del propio CSIC, aún es pronto para concluir nada pero parece que los bustos podrían contar una historia y, además, sirven para conocer la orfebrería de dicho pueblo y qué personajes la portaban. Ahora queda restaurarlas y limpiarlas.
Pero, ¿por qué es tan importante este descubrimiento hasta el punto de decir que cambia el paradigma de la historia? ¿Qué sabemos sobre esta civilización?
Un pueblo misterioso y ancestral
Tartessos es el nombre por el que los griegos conocían a la primera civilización en Occidente. La primera alusión a dicho pueblo se halla en la obra de Hecateo (siglo VI a.C.), considerado logógrafo (cronista griego anterior a Heródoto). Hablando del de Halicarnaso, también menciona Tartessos hablando del rey Argantonio, que según cuenta gobernó más de 100 años y era un monarca de gran sabiduría, riqueza y generosidad.
“En efecto, el Rey Salomón tenía naves de Tarsis en el mar junto con las naves de Hiram. Las naves de Tarsis venían una vez cada tres años y traían oro, plata, marfil, monos y pavos reales”
Pero algunos apuntan a una mención aún más antigua. En el Antiguo Testamento (concretamente en el Libro de los Reyes) se dice: “En efecto, el Rey Salomón tenía naves de Tarsis en el mar junto con las naves de Hiram. Las naves de Tarsis venían una vez cada tres años y traían oro, plata, marfil, monos y pavos reales”. ¿Es posible? Para algunos expertos no hay duda al respecto. Otros opinan que se trata en realidad de algún enclave remoto en África. Y unos últimos incluso quieren ver en Tartessos a la misteriosa Atlántida de la que hablaba Platón.
Lo único claro es que se desarrolló en el triángulo formado por las actuales provincias de Huelga, Sevilla y Cádiz, y también en la zona de Badajoz durante el Bronce tardío y la primera Edad del Hierro. Floreció entre los años 1.000 y 500 a.C. para desaparecer misteriosamente y caer en el olvido, y aunque se sabe que tuvo una gran riqueza en recursos materiales (agricultura, ganadería, pesca) y estableció contactos comerciales con muchos pueblos del mediterráneo (entre ellos los fenicios), no se sabe realmente cuándo apareció la lengua tartésica en la península ni cuando se comenzó a usar la escritura. Su forma de gobierno era una monarquía con sede en la capital que controlaba todo el reino, y se cree que la religión que profesaban era politeísta y que adoraban a dioses como Baal o Astarté, aunque los restos arqueológicos han dado pocas pistas al respecto.
Muchos fueron los reyes mitológicos que han quedado registrados en la historia de Tartessos. Como Gerión, que se supone que era un gigante tricéfalo, o Habis, amamantado por una cierva
Muchos fueron los reyes mitológicos que han quedado registrados en la historia de Tartessos. De Argantonio, Heródoto con su imaginación particular decía que vivió 120 años. También estaba Gerión, que se supone que era un gigante tricéfalo, o Habis, que fue amamantado por una cierva. Durante mucho tiempo, las referencias a este pueblo extraño fueron frecuentes, hasta que desapareció en la noche de la historia. Después, algunos como Antonio de Nebrija trataron de recuperarla, identificando Tartessos con el río Betis (Guadalquivir). Los misterios en torno a este pueblo han sido frecuentes, pero al menos ahora sabemos algo nuevo, que por muy antiguos, diferentes o lejanos que nos parezcan, también representaban caras.
Dos rostros han sido capaces de cambiar la concepción de la historia de la humanidad. Son los primeros rostros de la cultura tartésica, encontrados en la quinta campaña de excavaciones realizadas por un equipo del CSIC en el yacimiento Casas de Turuñuelo de Badajoz. La razón por la que echan por tierra todas las teorías anteriores y provocan un cambio de paradigma es porque, hasta el momento del descubrimiento, se creía que Tartessos era una cultura anicónica que solo representaba la divinidad a través de motivos animales o vegetales.