La Torre Eiffel es uno de los monumentos más icónicos del mundo, pero lo que muchos desconocen es que esta estructura de hierro, que adorna el skyline parisino, “crece” unos centímetros durante el verano. Este curioso fenómeno se debe a un proceso científico que ocurre por la dilatación térmica, un principio que afecta a muchos materiales cuando se exponen al calor.
El hierro, material principal de la torre, se expande cuando suben las temperaturas. En los días más calurosos del verano parisino, la estructura puede llegar a ganar hasta 15 centímetros de altura. Aunque este incremento es imperceptible para los visitantes, se trata de un hecho fascinante que convierte a la Torre Eiffel en un monumento “vivo”, que cambia según las condiciones meteorológicas.
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Por supuesto, cuando el calor disminuye y llega el invierno, la Torre Eiffel “vuelve a su tamaño original”. Este ciclo de expansión y contracción es completamente seguro, ya que la estructura fue diseñada para soportar estos cambios sin afectar su estabilidad. Además, es un recordatorio impresionante de cómo la ciencia está presente incluso en los monumentos más históricos.
Este tipo de curiosidades nos demuestra que hasta los monumentos más emblemáticos esconden secretos sorprendentes que el tiempo y la ciencia nos ayudan a desvelar.
La Torre Eiffel es uno de los monumentos más icónicos del mundo, pero lo que muchos desconocen es que esta estructura de hierro, que adorna el skyline parisino, “crece” unos centímetros durante el verano. Este curioso fenómeno se debe a un proceso científico que ocurre por la dilatación térmica, un principio que afecta a muchos materiales cuando se exponen al calor.