Los ríos Ozama e Isabela llevan muchos años contaminados. El plástico se amontona en toneladas por unas aguas tranquilas que desprenden muy mal olor. Ambos conforman el segundo vertedero más grande de Santo Domingo. Este es uno de los principales problemas ambientales de la capital de República Dominicana. Ningún gobierno ha podido solucionar este problema.
Mientras otros países conservan sus ríos como un privilegio natural, donde los ciudadanos pueden ir a descansar y refrescarse, la República Dominicana enfrenta un problema serio de contaminación.
Diario Libre recorrió los ríos Ozama e Isabela para documentar la contaminación y ver las medidas que se están tomando para solucionar este problema. Navegamos por unas aguas repletas de suciedad de todo tipo.
Estos ríos, que significan un reto de limpieza grande en el país, circundan algunos barrios como Las Cañitas, Capotillo, La Zurza y Arroyo Hondo.
Estas aguas, que pasan muy cerca de los barrios y las casas, donde vive una alta población, almacenan toneladas y toneladas de basura.
En las orillas, que muchas veces son una pequeña cuesta arriba, las casas de alrededor almacenan la basura, que cae en vertical hacia el agua. Unas orillas que deberían verse verdes y naturales, están invadidas por el color blanco y artificial del plástico. De las casas, la contaminación va directamente al río, conformando una línea blanca de suciedad que tardará años en desaparecer.
En estos ríos hay todo tipo de plásticos flotando a la deriva, desde botellas de agua hasta juguetes, pasando por bolsas de basura y cajas de cartón. Todo ello flota a la deriva hacia el mar. Día tras día, cada mes del año. Cuando hay lluvias, este problema se hace notar más.
Este no es solo un problema de contaminación, sino también de salud. En los alrededores de estos ríos viven miles de personas que tienen que convivir cada día con el mal olor y la suciedad de la contaminación de la capital.
Según Vladímir Martínez, ingeniero de proyectos del Fideicomiso DO Sostenible, estas personas que viven en las cañadas tienen un 40 % de esta contaminación, mientras que el otro 60 % corresponde a residentes de comunidades aguas arriba.
A lo largo de los años, los distintos gobiernos han intentado mejorar esta situación. Danilo Medina, por ejemplo, impulsó el decreto 260-14, que declaró de alta prioridad nacional la rehabilitación y saneamiento de los ríos. El presidente Abinader también hizo su promesa en 2021.
Para hacer frente a este problema, el Fidecomiso DO Sostenible invirtió 35 millones de pesos en la instalación de unas biobardas. Estas son unas estructuras flotantes que se colocan de una orilla a otra del río con el objetivo de hacer de barrera a los plásticos que circulan por el caudal. Su finalidad es retener el plástico para luego poder retirarlo.
Las iniciativas que se están tomando tienen que ver con sacar una enorme cantidad de basura del río, que flota formando un ejército de plástico, poner barreras para detenerla y enterrarla. Pero no se está solucionando el problema de raíz.
Los ríos Ozama e Isabela necesitan ser liberados de todas esas toneladas de basura que flotan por sus aguas. Pero para llegar a una solución final es necesario involucrar a las personas para evitar que esas montañas de plásticos se formen en las laderas de la orilla con el vertido de desechos en las cañadas.