Cada vez son más las personas que se niegan a utilizar la inteligencia artificial: “¿Qué sentido tiene enviar algo que no escribimos?”

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Nos estamos volviendo demasiado vagos a la hora de crear cosas y eso es algo que se ha generalizado debido a la tecnología, que ha facilitado muchos procesos que hasta hace muy poco eran complicados de seguir. 

Con la aparición de la inteligencia artificial —y, más aún, con la llegada de chatbots como ChatGPT, Copilot o Gemini—, se ha reforzado esta idea y, de hecho, ya hay quien apunta a que nada tiene sentido si ésta se emplea para todo.

Hoy en día, la inteligencia artificial puede hacer prácticamente de todo y ya hay alarmistas que insisten en que ha empezado a arrasar con muchos puestos de empleo, ya que facilita ciertos procesos que hasta hace no tanto precisaba de personal cualificado.

Por no decir que su uso consume muchos más recursos energéticos de lo que cualquiera podría pensar. Tanto es así que, según un informe publicado por Goldman Sachs hace unos meses, se estima que una consulta de ChatGPT utiliza casi 10 veces más electricidad que una consulta de búsqueda de Google

Teniendo en cuenta que el chatbot que desarrolla OpenAI acumula más de 5.000 millones de visitas al mes, según la empresa de software Semrush, no está de más plantearse seriamente en qué situaciones su uso es imprescindible y cuándo se debe optar por otras vías.

Debido a este problema, hoy son muchos los profesionales que se niegan a utilizar estas herramientas, algo sobre lo que ha puesto el foco BBC en un reciente reportaje, donde se recogen las declaraciones de algunos detractores de la IA.

Más allá de eso, también los hay que consideran que esta tecnología ha amuermado a la gente y buscan una solución a este problema (y, ya de paso, optar por caminos más sostenibles) antes de que sea demasiado tarde y el resto del mundo caiga en la tentación de abusar de ella para las tareas más creativas.

Jensen Huang, CEO de Nvidia, robots

Es el caso de Sabine Zetteler, directora de la agencia de comunicación que lleva su apellido, con sede en Londres, que es una de las muchas personas que se han resistido al auge de la IA en el ámbito profesional, tal y como ha señalado en un reportaje publicado por BBC

Zetteler cree que en su empresa se debe trabajar de manera más tradicional, siendo sus empleados quienes idean y redactan contenidos y notas de prensa, para darle “alegría, amor o inspiración de superación” a sus empleados y a su trabajo. De lo contrario, su proyecto “no significa nada” para ella en cuanto entra en escena la IA.

“¿Qué sentido tiene enviar algo que no escribimos, leer un periódico escrito por bots, escuchar una canción creada por IA o ganar un poco más de dinero despidiendo a mi administrador que tiene cuatro hijos?”, se ha preguntado en esta entrevista.

A pesar de que la directiva admite que respeta la IA “por todo el bien social que puede lograr”, como ayudar a personas ciegas a traducir artículos, así como a las empresas a incrementar su rendimiento y beneficios económicos, no cree que beneficie a la sociedad “a largo plazo”. “¿Qué tal si se mide el éxito por cuánto se contribuye a la sociedad y lo bien que se duerme?”, ha valorado.

Por su parte, Florence Achery, propietaria de Yoga Retreats & More, no solo ha planteado el preocupante impacto ambiental que tiene la IA, sino que se debe tener en cuenta que esta tecnología “no tiene alma”. “Es una contradicción con mi negocio”, ha expresado. Totalmente comprensible, teniendo en cuenta que esta disciplina milenaria fomenta la conexión entre cuerpo y mente y no cuerpo y máquina.

La IA no tiene pensamiento crítico

La inteligencia artificial puede aminorar la creatividad, favorecer entornos menos sostenibles y, también, reducir la capacidad de resolver problemas. Esto último es, al menos, lo que ha planteado la Sierra Hansen, organizadora de eventos de Seattle, que insiste en que hay que priorizar las ideas propias y “no acudir a la IA de Copilot a pedirle cómo gestionar nuestra agenda”.

“Nuestro trabajo es aplicar el pensamiento crítico y, si introduces tareas sencillas en ChatGPT, no las estás resolviendo tú mismo. El programa piensa por ti”, ha insistido, sugiriendo que es más importante saber valorar qué nos gusta y qué no antes de que la IA lo haga por nosotros. “Si quiero escuchar música, no necesito que la IA me cree el álbum de punk perfecto”, ha subrayado.

A pesar de que todas las opiniones son válidas, no está de más recordar que hay algunas personas que no se pueden oponer libremente a la IA, ya que eso podría perjudicarles en su carrera profesional, tal y como ha avanzado una usuaria que se ha identificado como Jackie Adams.

Aunque en un principio se negaba a usarla por razones medioambientales, tuvo que dejarse llevar cuando en su empresa le obligaron por motivos de presupuesto y porque se dio cuenta de que ahora es un requisito indispensable para “no quedarse atrás”. “Empecé a experimentar un poco más con él después de leer descripciones de puestos de trabajo que solicitaban experiencia en IA”, ha explicado.

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Etiquetas: Inteligencia artificial

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