Las palomas son animales omnipresentes en el escenario humano. Están por todas partes, vayas por donde vayas, ellas ya decidieron hace tiempo que inmutarse ante nuestra presencia no les servía de nada. Sin embargo, parece que aparecen como por arte de magia, llegan unas detrás de otras, por decenas, por centenas incluso.
La pregunta es: ¿De dónde aparecen? Y sobre todo, ¿Por qué son todas adultas? A diferencia de las cigüeñas, las golondrinas o los mismísimos gorriones, aves también muy integradas en nuestra sociedad, parece no haber ni rastro de sus crías: no vemos sus nidos, ni las vemos crecer. De pronto, llenan parques, plazas y calles con el mismo aspecto.
Si alguna vez te has preguntado dónde están todos los pichones (y no, no es que no hayan vuelto de Liverpool tras Eurovisión) tal vez este artículo te desilusione, pero prometemos que la respuesta no te dejará indiferente, incluso te sacará alguna carcajada. Y es que, ¿hay ave más pícara que una paloma?
Para salir siempre hay tiempo
Pertenecientes al orden de las Columbiformes, también se conocen comúnmente como aves posadas, y resulta que el nombre les viene bastante al pelo (o a la pluma) porque hasta que estas no les salen tampoco ellas lo hacen del nido. Efectivamente, haberlos los haylos, ya hablamos por ejemplo de la cultura egipcia de los palomares que también podemos encontrar en nuestro país. Simplemente, deciden que para salir de ellos siempre hay tiempo.
Como explica Erin McCarthy en un artículo para Mental Floss, no salen del nido hasta que tienen prácticamente el mismo tamaño que una paloma adulta. Además, “algunas especies (de palomas) tienden a hacer el nido en lugares altos como los tejados o puentes. Por eso, aunque salten de sus nidos, siguen estando fuera de la vista de las personas, aunque otras aves colocan su nido en árboles menos elevados o en arbustos que pueden verse fácilmente”.
Así, el tiempo que, de media, suelen permanecer en el nido es de entre un mes y un mes y medio. Una vez que un pichón abandona el nido, ya es adulto: ignorará a sus padres y comenzará a alimentarse por sí mismo por primera vez. Para conseguir sobrevivir, se unirá a una bandada.
Aunque te parezcan muchas o dispersas, lo cierto es que todas se conocen. De hecho, una bandada de palomas suele estar compuesta por las mismas cada día, es decir, no se separan. “Las palomas de la ciudad son bastante territoriales. Tienen su propia zona donde pasan el rato y si se van, vuelven, aunque no tienen mucha prisa por hacerlo”.
Si alguna vez encuentras un pichón, la bióloga especializada en etología Ana Díaz Maqueda explica en Experto Animal que “es fundamental proveerle un lugar seguro, tranquilo y cálido para descansar y crecer”. Lo ideal es hacerlo en una zona cercana o el mismo lugar en el que lo encontraste, por si sus padres lo encuentran. Si no, conviene darle alimento específico para su especie y, “si solo vamos a cuidarla durante sus primeras etapas, debemos contactar con algún centro de recuperación que admita palomas para que después de esta etapa pueda juntarse con otras palomas y aprender de ellas”.
Las palomas son animales omnipresentes en el escenario humano. Están por todas partes, vayas por donde vayas, ellas ya decidieron hace tiempo que inmutarse ante nuestra presencia no les servía de nada. Sin embargo, parece que aparecen como por arte de magia, llegan unas detrás de otras, por decenas, por centenas incluso.