Un día de principios de los 90 un niño se levanta y descubre que su abuela Sara le ha regalado un flamante barco pirata Black Seas Barracuda, de LEGO. No lo sabe, pero 30 años después ese mismo juguete estará valorado entre 1.800 y 3.000 euros, (el precio depende de si está completamente sellado y nuevo, claro). Pero en estos instantes poco puede importarle por lo que el suyo, por supuesto, no lo estará. Aprovecha para jugar con él e interesarse por este fascinante mundo hasta el punto de que, cuando él mismo sea padre, intente encender la llama de la pasión por el juguete en su hijo, pues le parece no solo una manera apasionante de jugar, sino también de aprender.
El niño que un día fue se llama Andrés Toledo y es en la actualidad inversor en LEGO, y estoy hablando con él porque hace unos días, en una cena, me aseguraron que en la actualidad es mucho mejor invertir en este juguete que en oro. No solo eso, un estudio de la Escuela Superior de Economía de Moscú apuntó hace un tiempo que invertir en LEGO es una de las alternativas más lucrativas a largo plazo. Incluso por encima del oro, las joyas, el arte, el vino o las antigüedades.
Quizá no sea más que una leyenda urbana de las que se acaban convirtiendo en historia de España (y del mundo), como lo de Ricky Martin y la niña de la mermelada, pero quiero saberlo con seguridad, por si estoy haciendo un mal negocio con mi vida.
Pero Andrés me devuelve rápidamente a la realidad: “Es un titular simplón para captar la atención —siento el clickbait—, la comparativa no es válida. Un lego no es más que un juguete para disfrutarlo, hasta que se convierte en un objeto de coleccionismo y coge valor dentro de una comunidad que quiere tener ese objeto y disfrutarlo, generalmente por el propio objeto en sí (sin abrir la caja, por ejemplo). Dicho esto, depende qué legos y qué tengas en cuenta, la trayectoria de su revalorización aparentemente se puede revalorizar más que otros activos, pero es una reducción muy simplista, pues es coger un tramo del tiempo con el oro y la revalorización del catálogo completo de LEGO y decir ‘venga, se ha revalorizado más‘. No funciona así”.
“Hay que hacer muchas cosas: almacenarlos durante años, ver canales de venta, estudiar la inflación, costes de embalaje, envío… en definitiva, LEGO mola, pero no es tan sencillo”
Explica que, entre otras cosas, porque poco vale compararlo con lo que ha subido el catálogo completo de LEGO desde una fecha determinada. “Es prácticamente imposible comprar todo el catálogo, almacenarlo y venderlo (que en realidad el precio lo marca la venta, no el anuncio de venta). Todo esto se une a que no todos los objetos suben de precio cuando están descatalogados, sino que pueden mantenerse o bajar. Otros suben, pero no son lo suficientemente rentables… y, además, hay que hacer un montón de cosas: almacenarlos durante años, ver canales de venta, estudiar la inflación, que alguien lo compre por lo que tú dices que vale, costes de embalaje, envío, comisiones de plataformas de venta y sistemas de pago… en definitiva, LEGO mola, pero no es sencillo“.
Un trabajo en sí
Andrés intenta hacerme comprender la comparativa con el oro: “Si compras oro a través de un bróker que lo permita, al día siguiente lo vendes si quieres. Es un mercado líquido en el que compras y vendes con una pequeña comisión (ridículas, por cierto) pero no tiene mayor complicación, por lo que si eres capaz de comprar en puntos buenos y vender en puntos buenos también tu rentabilidad puede ser altísima. Estoy simplificando mucho porque luego hay ciclos y mercados bajistas o alcistas, es realmente difícil acertar y hay mucha psicología y conocimiento detrás, por lo que con esto no quiero decir que sea fácil, sino que el mercado es líquido”.
“Pero si compras LEGO para invertir, en realidad estás pensando en reselling, es decir, compras para vender. La compra la tienes que efectuar cuando más cerca esté el LEGO de ser descatalogado, cosa que puedes no saber o cuando lo sepas ya puede ser demasiado tarde”, indica. “Por otro lado, el plazo de salida de los legos ya te da un buen golpe en la cara porque necesitas mínimo de 12 a 18 meses de almacenaje de media que no te quita nadie entre que compras, se descataloga y has tenido suerte en ser de los afortunados. Es una inversión que se asemeja más a seleccionar diferentes acciones y no a un valor concreto, por lo que tienes que ser capaz de discernir qué objetos son los que se van a revalorizar más dentro del completo catálogo y, además, ver tendencias durante los años sucesivos. Es una combinación de lo que sabes, entiendes y la suerte que tengas (más bien esto último)”.
“Tienes que ser capaz de discernir qué objetos son los que se van a revalorizar más dentro del completo catálogo y, además, ver tendencias durante los años sucesivos”
Por eso insiste en que es más parecido a una cartera diversificada en distintas acciones en cuanto a las decisiones que tomas respecto de compra. Tienes que elegir las cajas que crees que serán más rentables, en función de tu propio análisis o la recomendación de expertos, y mucho tiempo después volverás a introducirlas en el mercado secundario para intentar venderlas a un precio mayor a lo que te ha costado la compra, el almacenamiento, la comisión de transacciones, el envío… “Estados Unidos es diferente”, me cuenta Andrés. “Ahí hay resellers de LEGO potentísimos, con una gran afición por el coleccionismo (se pagan auténticas locuras, aquí no tanto), y un poder económico mucho mayor que en nuestro país”.
En definitiva, es más complejo que hablar de que el oro ha perdido valor o que es mejor invertir en LEGO. “No tiene nada que ver, como has visto. Solo es una comparación para llamar la atención sobre algo. El oro es oro y el lego es plástico mezclado con un sentimiento de pertenencia, coleccionismo e inversión (y con un montón de acciones detrás que lo hacen rentable)”.
“Si no tienes mucha posibilidad de almacenar (lo que de por sí es un coste) no hay posible inversión”
Otra cuestión es el almacenamiento, cosa que con el oro no tienes que preocuparte. “En mi opinión si no tienes mucha posibilidad de almacenar (lo que de por sí es un coste) no hay posible inversión, porque en realidad no tiene sentido en términos de inversión el tener pocas unidades, más allá de mucho ajetreo, pero poco resultado tangible que no tiene por qué funcionar. Esto es solo interesante si las ventas se multiplican porque tienes muchos objetos que se revalorizan en un tiempo X tras la compra”, indica Andrés.
Cartas Pokémon y nostalgia
De cualquier manera, no es algo que solo se observe con los lego. En algunos sitios pueden llegar a ofrecerte verdaderas barbaridades por cartas pokémon. “Cualquier objeto del coleccionismo funciona de la misma manera”, señala Andrés. “Hay objetos que, por lo que representan en un tiempo presente o lo que han representado en el pasado, o quizá por ser unidades limitadas o por tener algo especial consiguen el valor que una comunidad está dispuesta a darle, basándose en la más simple oferta/demanda. Pero ojo, no todos los Lego funcionan, de hecho solo una parte respecto del catálogo global. El resto no vale nada y tiene cero rentabilidad. Porque aparezcan a precios altos en plataformas, no significa que se vendan, solo que alguien quiere venderlo”.
“Que un producto aparezca a precios altos en plataformas no significa que se venda, solo que alguien quiere venderlo”
Lo que nos lleva a otra duda frecuente: hasta qué punto podría suceder que inviertas en lego y, como se basa en pura especulación, después intentes venderlos y el mercado ha explotado y no te sirvan para nada (al más puro estilo criptomonedas). “Es perfectamente posible y, de hecho, ya sucede. Hay una completa saturación en plataformas de venta de objetos por parte de particulares (guiño, guiño). La parte buena es que es un juguete que, a las malas, lo vendes por lo que te costó y no pierdes mucho si lo has comprado a buen precio”.
Para los que no somos coleccionistas es difícil comprender este amor por los objetos materiales. ¿La revalorización se basa en la pura nostalgia? ¿Quién puede comprar estos objetos a precios desorbitados? “Hay varias razones para hacerlo” me explica Andrés. “Nostalgia, simple coleccionismo, gustos personales, especulación (crees que valdrá más en el futuro)”. De cualquier manera, si no tienes espacio para hacerlo ni tampoco verdadera nostalgia, quizá sea mejor que sigas invirtiendo en oro, acciones o cuadros de Monet. Aunque sea por ahorrarte quebraderos de cabeza.
Un día de principios de los 90 un niño se levanta y descubre que su abuela Sara le ha regalado un flamante barco pirata Black Seas Barracuda, de LEGO. No lo sabe, pero 30 años después ese mismo juguete estará valorado entre 1.800 y 3.000 euros, (el precio depende de si está completamente sellado y nuevo, claro). Pero en estos instantes poco puede importarle por lo que el suyo, por supuesto, no lo estará. Aprovecha para jugar con él e interesarse por este fascinante mundo hasta el punto de que, cuando él mismo sea padre, intente encender la llama de la pasión por el juguete en su hijo, pues le parece no solo una manera apasionante de jugar, sino también de aprender.