Cualquier negocio quiere ser rentable y para ello los trabajadores deben ser los más productivos posibles, pero a veces se confunde la productividad con la presión, consiguiendo el efecto contrario.
Durante años, muchas empresas han presionado a sus empleados para que sean los más productivos posibles, y con ello les han controlado más de lo debido, provocando el efecto contrario.
Pero cuando hablamos de Apple, una de las empresas más rentables del mundo gracias a la productividad de sus trabajadores, las cosas se gestionan de forma distinta frente a otras, y Steve Jobs tenía mucha culpa, para bien.
Si tienes trabajo, seguro que has tenido que asistir a reuniones prácticamente todos los meses o incluso todas las semanas, y era algo que a Steve Jobs no le hacía demasiado gracia porque quitaba tiempo, y por lo tanto productividad, a sus empleados.
Tal como puede leerse en un archivo digital sobre curiosidades, métodos y vida de Steve Jobs, el ejecutivo no era partidario precisamente de las reuniones, incluso prohibiéndolas en un día concreto de la semana.
“Nuestra empresa se basa en el principio de que unas pocas personas pueden producir un producto tremendo si no están encadenadas por tener que convencer a una organización de lo que saben que es correcto”, comentó Steve Jobs.
Steve Jobs hacia referencia directa al tema de las reuniones, donde sus equipos eran más productivos cuando no perdían tiempo en las mismas para convencer a sus superiores sobre su trabajo.
“Todos necesitamos tiempo para el trabajo individual ininterrumpido”, y específicamente señala que “las reuniones nos roban tiempo individual y la productividad de nuestros ingenieros se resiente”.
Nada de reuniones los jueves
Un día a la semana prohibió directamente la reuniones, y eran los jueves: “el jueves sería, un día en el que, metafóricamente, se cierran las puertas al mundo exterior y trabajamos tranquilamente de forma individual”, se puede leer en uno de los extractos más famosos de este archivo digital sobre Steve Jobs.
De esta forma, en lugar de que muchos trabajadores perdieran horas cada semana asistiendo a reuniones en las que prácticamente solo se dedicaban a escuchar y no a intervenir, optó por celebrar las menos posibles a lo largo del mes.
Además, cuando celebraban reuniones, sostenía que únicamente debían asistir a las mismas personas que tenían que intervenir de alguna u otra forma, por lo que el resto no era necesario que acudieran para no afectar así a la productividad de la empresa.