Por culpa de que la Última Cena no se quedó en una simple y distendida reunión entre colegas, sino que provocó una traición por parte de Judas Iscariote, en Occidente el número 13 nos da un poco de repelús. Si hay 13 comensales en una mesa, quizá no quieras ser el primero en levantarte, y dependiendo de lo aprensivo que seas es posible que decidas no escoger la fila con dicho número cuando estás comprando unos billetes de avión.
Este ‘temor’ se conoce como triscaidecafobia, y aunque nos consideremos personas racionales, suele estar más instaurado en nuestro pensamiento mágico de lo que podríamos creer. Seguro que en más de una ocasión te has cruzado con alguien que odia los martes y 13, o, incluso, los viernes 13.
En varios países asiáticos, con influencia china, el número cuatro se asocia con la muerte pues ambas palabras son muy parecidas
Aunque el temor al número 13 está muy arraigado en nuestra sociedad, en Asia las cosas son diferentes. Probablemente, si te pasees por algún edificio de Hong Kong, no encontrarás un piso cuarto, porque de existir dicho edificio se desvalorizaría bastante. El temor al número cuatro se conoce como tetrafobia, y es de lo más corriente en varios países de Asia, como China, Japón, Vietnam o Corea del Sur.
La razón no está en los Evangelios precisamente, sino que es más sencilla. El número cuatro se asocia con la muerte en esos países. Tiene su origen en el chino, que influyó al resto de culturas, y es que en dicho idioma la palabra que corresponde al número es muy similar a la palabra “muerte”. Y, al haber influido en el resto de países vecinos, sucede lo mismo en otras lenguas como el japonés, coreano, o vietnamita.
La fobia llega tan lejos que se suele evitar el número no solo en edificios, también en hoteles, hospitales donde hay personas enfermas o días festivos. En muchas ocasiones los ascensores directamente no cuentan con el número incluido para señalar la planta, o bien lo omiten o bien utilizan la letra ‘F’ (de ‘four’ del inglés), algo muy común en Corea, donde de cualquier forma el miedo no está tan extendido como en otros países vecinos.
La fobia llega tan lejos que se suele evitar el número no solo en edificios, también en hoteles, hospitales donde hay personas enfermas o días festivos
Sin embargo, en otros lugares las cosas son más curiosas. Los complejos residenciales, como explicábamos al principio en el caso de Hong Kong, no tienen número cuatro ni derivados, sino que se suelen marcar de otra manera (reemplazándolo, por ejemplo, por ‘3a’, ’13a’ y derivados). En Taiwán el temor al número cuatro está tan extendido que directamente ni siquiera hay los míticos coches 4×4 ni nada relacionado con ese número que se nos pueda ocurrir.
Es bastante normal, si pensamos que en Hong Kong el número 14 suena muy parecido a la advertencia ‘seguramente morirá’, y el 24 a ‘muerte fácil’. Con esa premisa, parece comprensible que mucha gente no se la quiera jugar o firmar su sentencia de muerte sentándose en un avión o eligiendo una casa en la que vivirá durante el resto de su vida (dure lo que dure). Aunque no seamos de creer en esas cosas, siempre está bien mantenernos alejados, por si las moscas.
Por culpa de que la Última Cena no se quedó en una simple y distendida reunión entre colegas, sino que provocó una traición por parte de Judas Iscariote, en Occidente el número 13 nos da un poco de repelús. Si hay 13 comensales en una mesa, quizá no quieras ser el primero en levantarte, y dependiendo de lo aprensivo que seas es posible que decidas no escoger la fila con dicho número cuando estás comprando unos billetes de avión.