La inteligencia artificial se ha colado en todos los ámbitos de la vida cotidiana y, entre ellos, en las instituciones educativas. Hablamos de colegios, institutos y universidades, donde se forman los profesionales del mañana que, inequívocamente, van a tener que convivir con esta tecnología durante hasta los restos.
Además de eso, la incorporación de la IA ha sido objeto de debate entre los que creen que es necesaria, para hacer ciertas tareas más completas y eficientes, y los que consideran que puede llegar a trastocar ciertas conductas del alumnado.
Porque sí, ya hay estudiantes que están empleando chatbots y otras funcionalidades para que hagan sus tareas por ellos, motivo suficiente para que haya padres y profesores que se niegan en rotundo a que la IA forme parte de su día a día.
Sin embargo, también los hay que se basan en el lema de cuanto antes, mejor y que, a sabiendas de que los conocimientos en inteligencia artificial van a ser una de las principales demandas en los currículums vitae de estas personas, consideran que se pueden aprovechar de la IA.
Es el caso de John McWhorter, lingüista y profesor, que ha puesto como ejemplo el caso de sus hijas preadolescentes, que, muy a su pesar, “no son ratones de biblioteca”, una expresión con la que ha sugerido que los tiempos están cambiando y que los estudiantes ya no se acompañan de libros como antaño.
“Al parecer, es tarea de los educadores de todo el mundo lamentar que los estudiantes lean menos que antes y que dependan de la IA para leer por ellos y escribir sus ensayos”, ha señalado en un artículo publicado por The Atlantic, donde también ha comentado que “estos avances no me quitan el sueño”.
La IA impulsa la accesibilidad a nuevos contenidos
A pesar de que a este docente no deje de sorprenderle lo mucho que han cambiado las cosas con respecto a su época como estudiante, ha reconocido estar muy a favor de cambios en este ámbito, a fin de que los alumnos estén más y mejor informados de todo.
“Me parece un error añorar una época en la que los estudiantes tenían mucha menos información a su alcance. ¿Y quién puede culparlos por dejar que la IA haga gran parte del trabajo que probablemente dejarán hacer de todos modos cuando entren en el mundo real?”, se ha preguntado.
Según este profesor, para que los alumnos tengan un mayor interés por la lectura y por hábitos más tradicionales, como consultar la prensa escrita, es necesario hacerles ver que la tecnología es complementaria y que ·debe compartir protagonismo” con la manera de informarse habitual hasta la fecha.
Así, para McWhorter hay opciones “que responden a la demanda de más ideas, más información: más oportunidades para leer y reflexionar, no menos”. Con ello, ha reconocido que en su época como estudiante leyó “demasiados libros” porque no tenía fuentes de información más estimulantes, cuando ahora no solo hay pódcast, sino también series y películas en streaming.
Y aunque sea consciente de que aún hay contenidos que son “basura digital” en redes sociales y otras plataformas, el alimentarse de otra información online también les ha hecho ser “más ingeniosas” que él a su edad. “La ubicuidad de algún contenido no significa que carezca de arte”, ha matizado.
“Quizá estemos sobreestimando la cantidad de lectura intensiva que hacían los estudiantes antes. Ahora prefiero asignar pasajes de texto de ciertas obras que sean más manejables. Es un mejor uso del tiempo de los alumnos y el mío, y produce mejores conversaciones en clase”, ha explicado, de acuerdo al procedimiento que se ha propuesto seguir.
“El auge de la IA significa que nunca más asignaré un ensayo clásico de cinco párrafos sobre un tema abstracto […] Quizá suene como si estuviera renunciando a mi rol como profesor, pero, simplemente, me estoy sometiendo a las realidades de la tecnología”, ha añadido, en un artículo que refleja una declaración de intenciones desde su título: Mis alumnos usan IA. ¿Y qué?
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Etiquetas: Inteligencia artificial
